viernes, 31 de octubre de 2008

El Laberinto Humano: La Medalla del Deseo

Capítulo 1: La detención

Eran las dos y media de la madrugada en una calurosa noche del mes de Junio. En la comisaría de la ciudad, dos policías acompañaban a dos chicas detenidas a los calabozos. El policía abrió la puerta de una de las celdas y les dijo que entrasen a las dos chicas. Una vez dentro, el policía cerró la celda y se fue. Sara y Patricia estaban detenidas.

-Aún no me lo creo-dijo Patricia-, estamos detenidas.

-Nuestros padres ya se tienen que haber enterado-dijo Sara.

-Eso es lo que menos me preocupa-dijo Patricia-, Álex nos ha tendido esta trampa.

-¿Otra vez lo vas a decir?-dijo Sara-, Álex está muerto, tú misma la mataste.

-¿Entonces me puedes explicar cómo estaba fuera del laberinto mirando cómo nos detenían?-dijo Patricia.

-Seguro que te lo imaginaste-dijo Sara.

-Claro-dijo Patricia-, ¿también fue imaginación mía que el cadáver de Raúl saliese solo del laberinto no?

-No sé quién lo sacó-dijo Sara.

-Fue Álex-dijo Patricia-, me podrías creer un poco.

-Si yo te intento creer Patri-dijo Sara-, pero decirme que fue Álex el que lo sacó después de que le matases, no sé qué decirte.

-Tiene que haber algún tipo de explicación-dijo Patricia.

-Sí-dijo Sara-, que estamos detenidas por intento de asesinato y que tenemos todas las de perder.

-¿Por qué dices eso?-dijo Patricia.

-Porque nos encontraron con la misma pistola que disparó a Raúl-dijo Sara-, además te recuerdo que tú le mataste.

-Pero fue un accidente-dijo Patricia-, quería matarte a ti.

-Tú arréglalo-dijo Sara.

-Esto es una pesadilla-dijo Patricia-, ojalá nos pudiésemos despertar y que todo esto fuese un sueño.

-Ojalá Patricia-dijo Sara-, pero es la realidad, una muy mala realidad.

Las dos chicas pasaron toda la noche en el calabozo. Cuando amaneció, un policía las despertó para darles un recado. Los padres de ambas no querían saber nada de ellas y se habían ido de la ciudad para abandonarlas.

Patricia y Sara sabían que eso no podía ser verdad aunque estuviesen acusadas de asesinato. Durante el resto del día, Sara comenzó a creérselo pero Patricia estaba convencida de que Álex estaba detrás de todo.

Cuando estuvo a punto de caer la noche, el policía las dijo que al día siguiente temprano serían trasladadas a la cárcel en prisión preventiva, hasta que saliese el juicio.

Las dos estaban destrozadas ya que veían que su vida se estaba destrozando por momentos. A la mañana siguiente, las dos fueron trasladadas a la cárcel. Cuando salieron de la comisaría y montaron en el coche patrulla. Patricia pudo ver a lo lejos a Álex sonriendo.

Patricia se puso a decir que estaba Álex pero nadie la creyó y el coche continúo de camino a la cárcel. Las dos fueron encerradas en una celda junto con una joven. Parecía que tenía la misma edad que ellas dos.

-Hola-dijeron las dos-, somos Sara y Patricia.

-Yo soy Berta-dijo la joven-, ¿qué hacéis aquí?

-Al parecer somos tus nuevas compañeras de celda-dijo Sara.

-¿Y qué habéis hecho para estar aquí?-dijo Berta.

-Estamos acusadas de asesinato de un amigo nuestro-dijo Patricia-, pero fue un accidente, toda la culpa la tiene…

-¿Un hombre no?-interrumpió Berta.

Patricia asintió con la cabeza.

-Los hombres siempre tienen la culpa de todo-dijo Berta-, yo estoy aquí porque mi marido me pegó una paliza. Para que no le pasase nada se cortó cuatro dedos y dijo que yo le había intentado matar. Llevo dos años aquí y me quedan seis años más.

-Menuda putada-dijo Sara-, lo siento mucho.

Las tres estuvieron hablando durante todo el día. Berta les enseñó la prisión de mujeres y las advirtió de algunas presas. Las tres habían hecho buenas migas.

Capítulo 2: El periódico

A la mañana siguiente, Berta consiguió uno de los pocos periódicos que había en la cárcel cada día. Patricia no había podido dormir en toda la noche pensando en que su vida estaba destrozada y que nada iba a cambiar, o eso pensaba.

Se puso a ojear el periódico y vio una noticia que le hizo cambiar de opinión. Despertó a Sara corriendo para informarle. Los padres de ambas estaban desaparecidos, no se habían ido, alguien los había secuestrado.

A pesar de ello, Patricia y Sara sabían que esa noticia no iba a cambiar su caso, pero Patricia supo que Sara había comenzado a confiar más en la idea de que Álex no estaba muerto.

-¿Qué quieres hacer?-dijo Sara.

-¿Cómo?-dijo Patricia-, ¿a qué te refieres?

-Me refiero a que te creo-dijo Sara-, creo que no fue una ilusión lo de que viste a Álex.

-¿En serio me crees?-dijo Patricia-, no sabes cuánto me alegro cariño. Tengo un plan.

-¿Y cuál es si yo me puedo enterar?-dijo Berta acercándose a ellas en la celda.

-Nos vamos a fugar-dijo Patricia.

-¿Te has vuelto loca?-dijo Berta-, si os fugáis la pena será mucho más larga.

-No me quiero fugar por tener libertad-dijo Patricia-, me quiero fugar para conseguir detener a una persona y que salgamos en libertad.

-¿A qué te refieres?-dijo Berta.

Patricia y Sara creyeron que había llegado el momento de contarle a su compañera de celda todo lo que habían vivido en aquel laberinto.

-Madre mía-dijo Berta-, pero yo os creo.

-Muchas gracias Berta-dijo Patricia-, por eso necesitamos fugarnos, para buscar a Álex y que la policía nos de la razón.

-Está bien Patricia-dijo Sara-, yo voy contigo. Comenzamos esto juntas y lo acabaremos juntas.

-Contad conmigo-dijo Berta.

-¿Cómo?-dijo Patricia.

-Quiero ayudaros-dijo Berta-, no quiero estar aquí toda la vida. Cuando cojamos a Álex iremos a por mi marido, le obligaremos a decir la verdad, ¿ok?

-De acuerdo-dijeron Patricia y Sara-, ¿cómo lo hacemos?

-Esta noche a las cuatro y cuarto de la madrugada bajaremos al patio-dijo Berta-, sé cómo salir de aquí.

Cinco minutos antes de la hora indicada, las tres amigas estaban en el patio. Justo a y cuarto, uno de los focos señaló una zona específica. Las tres amigas se acercaron con sigilo y vieron que esa zona del suelo era en realidad una trampilla oculta. Las tres amigas se metieron dentro.

Bajaron unas escalaras hasta que llegaron a una especie de túnel de alcantarillado.

-¡Qué fuerte!-dijo Sara-, ¿cómo es posible que haya una salida oculta?

-La hay para que los miembros de la policía que trabajan en la cárcel puedan huir en caso de emergencia-dijo Berta.

-¿A dónde conduce este túnel?-dijo Patricia.

-Conduce a un descampado cerca de la prisión-dijo Berta-, tenemos que darnos prisa. Cuando amanezca tenemos que estar ya lejos.

Las tres amigas recorrieron el túnel y salieron a la superficie. Decidieron ir al lugar donde estaba el laberinto, allí tenía que estar la clave.

A un par de horas de amanecer, las tres amigas estaban algo lejos de la prisión de mujeres. Encontraron un coche y lo robaron para poder huir más rápido.

-¿Sabes dónde está tu marido?-dijo Patricia mientras conducía.

-No-dijo Berta-, hace ya dos años que estaba en la cárcel, puede estar donde siempre o en cualquier parte.

-Le encontraremos-dijo Sara-, no te preocupes.

Las tres pudieron ver como los rayos de sol indicaban el comienzo de un nuevo día. Las tres estaban cercas de la zona del laberinto.

-Será mejor que ponga la emisora de radio de noticias estatales-dijo Berta-, por si hablan de nuestra fuga.

Diez minutos después, en la radio anunciaron la fuga de las tres amigas y que toda la policía del país las estaría buscando. Las tres comenzaban a tener miedo pero sabían que eso iba a pasar.

Capítulo 3: Regreso al laberinto

Las tres amigas llegaron a la zona del laberinto. Fueron a la zona de la salida, pero no había nada para entrar. Decidieron ir al descampado por el que entraron, pero tampoco había nada.

-¡Mierda!-dijo Patricia-, creo que no vamos a poder entrar.

-Tenemos que probarlo todo Patri-dijo Sara-, hay que volver a entrar al laberinto.

-Chicas-dijo Berta-, ¿y si probamos a…? ¡AHHHHHHHHHH!

Las tres amigas cayeron por el suelo a una zona oscura. En esta ocasión, no habían caído por ningún tubo. Patricia encendió una linterna y descubrió un interruptor. Al encenderlo se vieron en una sala metálica con una sola puerta. Las tres la cruzaron y se encontraron en una casa, conocida para Patricia.

-Es mi casa-dijo Patricia-, ¿cómo es posible?

-Se supone que esto era un laberinto-dijo Sara-, investiguemos.

-“Cuánto tiempo chicas”-dijo Álex a través de un altavoz.

-¡Hijo de puta sal de dónde estés!-dijo Patricia.

-“No os serán tan fácil-dijo Álex-, primero quiero que busquéis por la casa hasta dar con un objeto metálico de gran importancia, una medalla”.

Las tres decidieron no discutir con Álex y buscar la medalla de la que hablaba. Buscaron por todos los rincones hasta que dieron que ella en la habitación de Patricia.

La medalla era plateada. En la parte de arriba no había nada. Cuando Patricia la cogió, su nombre apareció en la parte de arriba y se abrió. Una luz salió desde dentro mostrando a ella y a Sara felices en una casa en el campo. La medalla se cerró borrando de nuevo el nombre.

-“Veo cuál es tu deseo Patricia-dijo Álex-, muy bonito”.

-Ya tenemos la medalla-dijo Patricia-, ¿qué quieres ahora?

-“Es muy fácil-dijo Álex-, aquí hay cuatro zonas que vosotras recordaréis muy bien. Tenéis que conseguir que en cada zona, una de vosotras desee lo que os ordenen. Si lo conseguís, pasaréis a la siguiente zona, si no, os quedaréis en la misma zona hasta que lo deseéis. Suerte”.

-¡Otra vez no!-dijo Sara-, ¿cómo sabía que íbamos a venir aquí?

-Es demasiado listo-dijo Patricia-, aunque tú lo sabrás que fuiste su novia.

-¿Fuisteis novios?-dijo Berta-, qué fuerte.

-Lo mejor será salir de aquí cuanto antes-dijo Sara-, si conseguimos salir y bloquear la puerta, la policía podrá ver el nuevo laberinto y nos dará la razón.

-Ok-dijo Patricia-, busquemos la salida de la casa.

Las tres buscaron la salida hasta encontrarla en la zona de la ducha. Un letrero indicaba que Sara tenía que desear estar besándose con Álex toda la vida.

-¡No puedo desear eso!-dijo Sara-, odio a Álex y estoy enamorada de Patricia.

-Esfuérzate-dijo Patricia.

Sara lo intentó un par de veces con el medallón, pero en ningún momento mostró la imagen que el letrero deseaba.

Dos horas después, la voz de Álex volvió a sonar:

-“Veo que os cuesta demasiado-dijo Álex-, se me olvidó deciros que podéis solicitar una ayuda en cada zona, sólo deberéis de decir delante del letrero la palabra ayuda. Suerte”.

-¿Qué clase de ayuda será?-dijo Berta.

-No lo sé-dijo Sara-, yo lo digo por si acaso. ¡Ayuda!

En ese momento, uno de los ladrillos de la pared se cayó y dentro había una foto. Al mirarla, Sara comenzó a cambiar sus sentimientos sin ella quererlo: amaba a Álex.

-Creo que ya está-dijo Sara.

Sara utilizó la medalla y en esta ocasión mostró la imagen deseada. La pared de la ducha se abrió.

-Muy bien cariño-dijo Patricia.

Al intentar besar a Sara, ésta la apartó con el brazo. Sara y Berta cruzaron la pared. Patricia vio que algo le había pasado a Sara.

Capítulo 4: Poseída

Las tres amigas se encontraron en esta ocasión en la segunda zona que era igual que la casa de Sara.

-Tenemos que encontrar la salida-dijo Berta-, vamos a buscar.

-No hay por qué buscarla-dijo Sara-, estoy en mi casa, y no quiero irme de aquí.

-¿De qué estás hablando?-dijo Patricia-, tenemos que salir de aquí para que la policía detenga a Álex.

En ese momento Sara se abalanzó sobre Patricia contra la pared.

-No vuelvas a decir eso-dijo Sara-, nadie va a encontrar a Álex.

-¿Qué coño te pasa?-dijo Patricia.

-A mí no me pasa nada-dijo Sara-, estoy enamorada de Álex y nadie le va a hacer daño.

-Eso tenías que pensarlo antes-dijo Patricia-, no debes de creértelo, tú me amas a mí.

-¡Jamás!-dijo Sara-, mi corazón es de Álex y nada ni nadie va a hacer que cambie de opinión.

-En ese caso-dijo Patricia-, seguiremos sin ti.

Berta y Patricia comenzaron a buscar por la zona buscando la salida mientras Sara se sentaba en el sofá del salón. Patricia estaba destrozada.

En la cocina encontraron la salida con un nuevo mensaje que ponía que Patricia tenía que desear matar a Berta.

-¡Esto es increíble!-dijo Patricia-, ¡no puedo desearlo!

-Inténtalo-dijo Berta-, pero que no se te quede en la cabeza como a Sara.

-De acuerdo-dijo Patricia.

Patricia intentó hacer fuerza por pensarlo pero no hubo remedio. Finalmente pidió la ayuda. De un ladrillo de la cocina salió un cuchillo que al mirarlo, Patricia lo deseó al instante y la puerta se abrió.

-¡Muy bien!-dijo Berta-, continuemos.

Berta cruzó la salida mientras Patricia la observaba con una mirada mortal. Berta descubrió que se encontraba en su casa, en un entorno parecido a cuando su marido la intentó matar pegándole una paliza.

-¿Patri?-dijo Berta.

Patricia no estaba detrás de ella y alguien la estaba observando. Berta estaba muy asustada sin saber lo que iba a pasar. Aunque no lo sabía, Patricia estaba muy cerca de ella.

Cuando estaba buscando la salida, Patricia se abalanzó sobre ella con el cuchillo para intentar matarla. Berta lo esquivó y se encerró en su habitación. Allí encontró la placa.

Ponía que tenía que desear que su marido la hubiese matado aquella noche. Ella sabía que si solicitaba la ayuda quedaría poseída como Patricia y Sara. Por ello se concentró y lo consiguió justo cuando Patricia entró en la habitación para matarla.

Capítulo 5: La sala final

Berta se encontró en la sala final. Era una habitación blanca con mucha luz. La voz de Álex sonó de nuevo:

-“Veo que la nueva es la única que ha conseguido llegar hasta aquí-dijo Álex-, ahora tienes dos caminos”.

En ese momento salieron dos jaulas del suelo en las que estaban Sara y Patricia poseídas por sus hechizos.

-“Todo está en tu mano Berta-dijo Álex-, en esa medalla. Si deseas que yo tenga los mayores poderes del mundo, los conseguiré y Sara y Patricia dejarán de estar poseídas. En cambio si deseas que ellas dejen de estar poseídas, morirán junto conmigo. Elige”.

Berta no sabía qué hacer, se encontraba en una situación en la que desearía no haber estado nunca. Finalmente se armó de valor cogió la medalla y deseó con todas sus fuerzas.

Las jaulas se abrieron y Sara y Patricia salieron de las jaulas. Una explosión salió: el laberinto se estaba destruyendo por los poderes de Álex.

Las tres salieron con toda fuerza por el laberinto. Pudieron ver como Álex huía planeando una venganza para el mundo.

-No os preocupéis-dijo Sara-, estaremos listas.

Se acercaba una nueva era para el mundo en la que sólo ellas tres podían detener a Álex.

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